sábado, 16 de agosto de 2014

CAPITULO IV

Solo deseaba morir, había perdido lo único que me quedaba en mi vida, pero lograría recuperarlo aunque tuviese que matarse a si mismo.
 
Sus muñecas empezaron a sangrar y escucho:
- Cúmplelo, matate...

Aquella voz era espeluznante.

Sus ansias de recuperar a Hugo eran inmensas, pero estaba demasiado deprimido. Aquella noche se administro seis calmantes mezclados con alcohol, solo quería que esa pesadilla acabara. Quería salir rápido de aquella casa que tan malos recuerdos escondía. ¿Pero como dejar a mi hijo con esa cosa? Encontraría la solución. Buscar a la enfermera, ya que teóricamente es la única que puede que este viva y no sea una imaginación. Volví al Hospital, busque por los pasillos y pregunte al puesto de información, rápidamente Elena, que era una supervisora, me atendió y me dijo: Señor Ian, aquella enfermera no trabajaba desde hace muchísimo tiempo en aquel hospital, ya que debido a un accidente laboral, había fallecido hacia 82 años o eso ponía en el historial clínico.

- ¿Cómo podía ser? Ni siquiera yo vivía hace tantos años. Volví a casa sin parar de pensar en el asunto, debía tener una explicación lógica, todo esto tenia que tener un motivo. Decidí descansar un poco, había sido un día demasiado ajetreado.

Esa noche... El teléfono sonó...

Ian: ¿Diga?

Voz: Soy Jerry

Ian: Uf menos mal (susurre)

Jerry: Siento llamarte tan tarde, pero necesito contarte algo...

Ian: Claro, dime. ¿Qué sucede?

Jerry: Es tu hijo.

Ian: ¿¡Mi hijo?!, ¿¡Hugo?!

Jerry: Mm mm... Si... dudo que tengas otro...

Ian: Si jajá (reí falsamente). Bueno dime, ¿Qué sucede con Hugo?

Jerry: Veras...

Ian: ¡¿Quieres dejarte de inquietudes?! (Estalle en un arrebato de miedo, locura y ansias de saber de el)

Jerry: Cálmate. ¿Hugo se encuentra bien?

Ian: ¡¿A que viene esa pregunta!?

Jerry: Veras, ayer me pareció verle , pero era extraño iba con una muchacha. Por eso preguntaba si todo iba bien.

Ian: ¡¿Donde, donde le viste!? Todo va mal Jerry, lo he perdido, algo se lo llevo...

Jerry: ¡¿Que estas diciendo?! Estaba en un pueblo cerca de aquí con una muchacha. Mm mmm... Ahora que recuerdo, llevaba una chapa, enfermera Margaret.


Rápidamente deje de hablar con Jerry y me dirigí al hospital.


Enfermera de admisión: Hola, buenas noches. ¿En que puedo ayudarle?

Ian: Busco a Elena.

Enfermera de admisión: Lamento comentarle que Elena a sufrido un paro cardiaco

Ian:  ¿Cómo puede ser?

Enfermera de admisión: Nadie lo sabe, no sufría ninguna enfermedad del corazón. Lo ultimo que dijo es el nombre de Margaret.

Ian: Sera mejor que la deje trabajar, adiós.

Enfermera de admisión: Adiós, pase buena noche.


-¿Como puede ser? Ese nombre era el de la enfermera. Tengo que contactar con Érica, una amiga de la infancia que según afirmaba hablaba con espíritus, no tenia otra opción.

Encontré una foto de ella, donde ponía su numero de teléfono, estaba tan desgastada que apenas se veía. La llame y quede con ella el una cafetería cerca de nuestra antigua escuela, cuando le mostré la foto dijo que ella nunca me mando esa fotografía. De echo me pare a pensar y nunca jamás la había visto quien la había colocado en la primera caja que abrí...

 
   CONTINUARA...





jueves, 31 de julio de 2014

CAPITULO III

La enfermera le había suministrado una dosis de calmantes o eso es lo que el médico creía, él había entrado en coma profundo, lo que no sabía es que en ese coma le llevaría a una pesadilla...

Volvió a ver la puerta entreabierta y la sonrisa de la enfermera. Era todo oscuro.
En ese coma, le vino a la mente un recuerdo de su hijo pequeño: su nacimiento, su madre había muerto en el parto.

Hacia 2 meses ya de aquello, el creía que todo lo que ocurría ahora era ansiedad por su muerte.
Empezaba a despertarse del coma, pero a la enfermera no le gustaba la idea.

El día que le dieron el alta se dirigió a su casa con su hijo Hugo. Al llegar, lo cogió en brazos y lo arropo en su cuna. De repente noto una presencia e incluso una voz que le susurraba a su alrededor.

De inmediato Hugo empezó a llorar, el también lo había sentido. Decidió calmarse y arroparlo de nuevo. Habría sido una mera casualidad.

Cuando iba a apagar la luz, escuche una voz que me decía:
 "Ahora es mío"

Me gire corriendo hacia la cuna, pero lo que vi era espeluznante.
Tenia a Hugo en sus brazos, esa mujer... ¿o debería decir esa cosa?

¿Qué podía hacer un padre en esta situación? rumbo a lo desconocido. Intente hacer señales a mi vecina por la ventana, pero parecía que no se daba cuenta. De repente algo parecía ir peor...
La enfermera pasaba por delante de mi casa... Esto iba de mal en peor, ¡¡¿Por qué narices estaba ella ahí?!!

Volvió a mirarme con esa gélida sonrisa, la que llevo viendo días atrás, la que no me deja dormir y la que hace de mi vida un sin vivir. Ahora mi hijo ha desaparecido, se lo ha llevado esa cosa y no se si volveré a verlo...
¿Cómo iba a informar a las autoridades de tal suceso? me tomarían de loco y solo empeoraría las cosas. Debía buscar alguna solución, para encontrar a Hugo.  



CONTINUARA...

martes, 22 de julio de 2014

CAPITULO II...

Me levante de la cama y me dirigí a la cocina, me había entrado apetito.
Al llegar allí me percate de algo: ¡Había un dibujo en la nevera! "¿Quien lo había echo?, ¿Quién había entrado en mi casa, sin que se activará la alarma?" Miré al frente y... nada, absolutamente nada a la vista. Fui al baño y decidí lavarme la cara para despejarme, tal vez fue solo una imaginación. Cuando me disponía a volver a la habitación, después de comer algo, El teléfono sonó "¿Quien podía ser a las 4 de la madrugada?" "Diablos! Numero oculto!" (Susurré)

- "¿Hola, quien es?"
- (No se escuchaba nada).
De repente, una respiración forzosa dijo:
-
"Ayúdame, estoy muerto".
Los pelos se me erizaron y rápidamente colgué.
No entendía nada,
"¿Que coño esta pasando?"

Decidí volver a la cama pero no conciliaba el sueño, solo oía la respiración de aquel hombre y sus palabras una y otra vez.


Al día siguiente, sonó la alarma como todos los días. Apenas había dormido, pero... "El trabajo no se hace solo" pensé.
Me dirigí a por mi Harley como habitualmente para ir a la oficina. La carretera estaba prácticamente vacía, una suerte para vivir en una ciudad tan poblada.
Llegue al trabajo en treinta minutos, una cifra récord.
Le pedí a Sharon, mi secretaria, un café descafeinado, ya que no me convenía más estrés.

Tras once horas de trabajo, llegó la hora de volver a casa. Pero no me apetecía así que, quede con Jerry, mi amigo desde la infancia. El se había casado, pero su mujer murió en un accidente, un grave suceso para su vida. Le comente lo que me había pasado y lo que había oído, me trato de loco, y lo deje pasar. Volviendo a casa vi unas sabanas en la carretera, como las de mi sueño...

Cuando abrí los ojos estaba en el hospital, me impacto tanto que tuve un accidente o eso es lo que pienso, realmente nadie sabe la verdad.
Llego la enfermera para suministrarme la dosis de medicinas, pero algo no iba bien... Empecé a notar un inmenso cansancio y lo ultimo que vi es la sonrisa de la enfermera.

Mmmm...  "¡¡Espera un momento!! ¡¡Su sonrisa!!"...

CONTINUARA...

domingo, 20 de julio de 2014

CAPITULO I...

Se abrió la puerta y ahí estaba ella con su camisón blanco, unas sábanas rodeaban su cuerpo, "Una voz gritaba a aquella niña que desapareció. Nadie sabía nada de ella, un día en el parque se vio la niebla y en un abrir y cerrar de ojos ya no estaba aquella muchacha". Tenía algo raro, eran sus sábanas, estaban cubiertas de sangre y mis ojos sólo podían mirar los suyos, negros como el carbón, sin alma, sin cuerpo ni mente. Algo me hacía arrimarme a aquella muchacha pero a la vez ese algo me decía "aléjate o morirás" ella tenía una voz que cautivaba y su cuerpo era el que todo hombre querría tener en sus manos, junto a su cuerpo y estar dentro de ella. Me arrimaba despacio sigilosamente, cuando me di cuenta que ella estaba sonriendo, pero no era una sonrisa normal, era una sonrisa distinta a todas las que había visto hasta el día de hoy. Parecía que tramaba algo, qué escondía algo y poco a poco cada vez más cerca de ella, veía seguridad y tenía miedo al mismo tiempo, miedo de aquella sensación qué era tan rara cómo la lluvia en pleno mes de Junio, como si estuviera a 30 grados en Enero. 

Yo quería mirar atrás pero no podía, sólo sentía frío, mi alma se había congelado y cada vez me sentía más cercano a ella, sentía que mi cuerpo moría lentamente intentado huir, pero ya era demasiado tarde, su sonrisa seguía llamando mi atención, lo que me hacía acercarme todavía mas a ella. Sólo quería saber que tramaba, que ocultaba, qué significaba aquella mirada, tan oscura, sin cuerpo, sin alma... No entendía porque una chica de su metabolismo, con ese cuerpo, con su cabello dorado como el sol, tenía tanta pena en su mirada. Sin embargo, su sonrisa la delataba, era extraño.

Ya veía su sonrisa, ya sabía su significado: ir a la muerte
"Ya sabes el dicho la curiosidad mató al gato", yo era ese gato en una trampa, una trampa en la que habían caído mil hombres y que ya nunca podría salir de allí, me arrepentiría, pero sus cabellos dorados me encandilaban. Sólo quería ir con ella al igual que sabía qué iba a morir. Sus ojos por un momento absorbieron el color de los míos y yo sentía que mi alma salía de mi cuerpo, se iba hacia el suyo, no sentía paz pero a la vez me sentía triste, deprimido, sin fuerzas, sólo quería que todo acabará.

Por fin pude mirar atrás, vi el pasado desde que nací, vi a mi madre, a mi padre y a mis tres hermanos pequeños, cuando corrían detrás de la pelota y yo no les hacía ni caso. Me gustaría volver a aquel momento de mi vida en que era feliz en cierto modo.
La sonrisa de la muchacha me hacía recordar todos los momentos que no aproveche y me hacía arrepentirme, quería seguir en esa paz, quedarme allí.

Sigo sin saber cómo la pude ver, si esto ha sido un sueño o simplemente he muerto. De repente vi sangre corriendo por mis brazos, aquello era un sueño, o eso quería creer...
No sentía dolor sólo calma y soledad, quise mirar la misma sonrisa que me cautivó, pero ya no estaba allí, sólo veía oscuridad. Levanté la vista al frente y  vi mis recuerdos de nuevo y no hacia mas que pensar...
"¿Porque no podía despertarme?" Era todo tan extraño. De repente... vi una puerta y con ella, la luz. Volví a ver esas sábanas, esas sábanas sangrientas que me recordaban a aquella niña desaparecida, "¿Que había sido de ella?¿Y porque no podía yo salir de aquí?".

De repente desperté, había sido todo un sueño, parecía tan real que mis piernas temblaban. Al despertarme, seguía notando su sonrisa, cómo si me estuviera observando...






 CONTINUARA...